martes, 14 de septiembre de 2010

¿Quiénes somos?



Asp. Maira Patricia Carmona Carmona, fsp


La Familia Paulina comenzó, en Alba (Italia), el 20 de Agosto de 1914. Fue el Beato Santiago Alberione, quien inspirado y guiado por el Espíritu Santo, fundó la Sociedad de San Pablo conformada por Sacerdotes y hermanos (Discípulos del Divino Maestro) junto con las Hijas de San Pablo (fundadas en 1915), tienen como misión en la Iglesia vivir y comunicar a Jesús Maestro, Camino, Verdad, y Vida, según el espíritu de san Pablo, haciendo uso de los medios y formas de comunicación social más actuales.

La Familia Paulina se enriqueció con la fundación de las Pías Discípulas del Divino Maestro en 1924. Tienen como misión la adoración eucarística, el servicio sacerdotal y el apostolado litúrgico.

Las Hermanas de Jesús Buen Pastor, fundadas en 1938, colaboran con el pastor de almas en las parroquias, realizando así el apostolado pastoral inspiradas en san Pedro y san Pablo, como los pilares de la Iglesia.
Las Hermanas del Instituto Reina de los Apóstoles nacen en 1956 con fin vocacional; con la oración y con iniciativas prácticas se ocupan de todas las vocaciones: diocesanas, religiosas, apostólicas y laicas.

Institutos de vida Secular
La Unión de los Cooperadores Paulinos 1917. Son una asociación reconocida en la Iglesia y éstos pueden asociarse a cualquier instituto de la Familia Paulina. Colaboran con la oración y alguna obra apostólica.

En 1958 fueron fundados los siguientes institutos: El Instituto Anunciación de María 1958. Formado por señoritas que desean consagrar su vida desde su entorno, viviendo los votos de castidad, pobreza y obediencia, y realizando el apostolado de anunciar el Evangelio sirviéndose de la comunicación.

El Instituto San Gabriel Arcángel. Formado por jóvenes varones, que quieren consagrar su vida a Dios viviendo los consejos evangélicos y realizando varios apostolados de acuerdo con el espíritu paulino.

El Instituto Jesús Sacerdote. Lo forman sacerdotes diocesanos que desde su ministerio sacerdotal se asocian a nuestro carisma y espiritualidad, viviéndolos en su ambiente.

El último Instituto fundado por el Beato Alberione fue el de Santa Familia. Lo forman matrimonios que, queriendo vivir una vida consagrada desde su vocación y en su entorno, colaboran en la misión de construir el Reino de Dios.

Unidos como familia tenemos la misión de “Ser San Pablo vivo hoy” para poder decir como el apóstol “ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).

El Beato Alberione

Cl. Juan Carlos Espinosa González, ssp


La historia del Padre Santiago Alberione comienza en San Lorenzo di Fossano (Italia), donde nace el 4 de abril de 1884; fue el quinto de siete hijos de Miguel y Teresa Alloco. A los 16 años lo encontramos en el Seminario de Alba.

En la adoración de la noche del 31 de diciembre de 1900 al 1 de enero de 1901, Alberione, ante el Santísimo expuesto, reflexiona sobre el rol de la Iglesia en el nuevo siglo. El 8 de septiembre de 1913 constituye una etapa importante para él: el obispo de Alba, Mons. Francisco Re, lo nombra director del semanario Gaceta de Alba.
Entre 1914 y 1960 funda un conjunto de instituciones que constituyen la Familia Paulina: cinco congregaciones (Sociedad de San Pablo, 1915; Pías Discípulas del Divino Maestro, 1924; Hermanas de Jesús Buen Pastor “Pastorcitas”, 1938; Instituto Reina de los Apóstoles “Apostolinas”, 1959), cuatro institutos seculares (Jesús Sacerdote, San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Santa Familia, 1960) y una asociación de laicos y laicas (Cooperadores Paulinos, 1917).

En 1960, el Padre Alberione traza la misión de la Familia Paulina: “Uno debe ser el espíritu el del corazón de san Pablo, ‘Cor Pauli, Cor Christi’; son iguales las devociones; los varios fines convergen en un fin común: dar a Jesucristo en manera completa, como Él se ha definido:
Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”. Encendido de celo por las almas, el Padre Alberione ve en los medios de comunicación el modo más rápido y eficaz de hacer conocer a Jesucristo, difundir el mensaje evangélico y llegar a todos los hombres, especialmente a los más lejanos. Nacen así las diferentes colecciones de libros y da vida a numerosas revistas, entre ellas a Vida Pastoral, para los párrocos (1912); El Domingo, para todos los feligreses (1921); El Periodiquillo, para los niños (1924), y Familia Cristiana, para las familias (1931).

En 1938 da comienzo al apostolado del cine. Pero su mayor empeño lo dedica a la difusión de la Biblia y del Evangelio en todo el mundo. Contemporáneamente envía a sus hijos e hijas a fundar nuevas comunidades en los cinco continentes: desde Argentina hasta México y desde la India hasta Canadá. Al momento de su muerte (1971), la Familia Paulina estaba presente en cincuenta naciones.
Una hora antes de morir, el 26 de noviembre de 1971, el Padre Alberione fue visitado por el Papa Pablo VI, quien dos años antes, al imponerle la alta condecoración “Pro Ecclesia et Pontífice”, había trazado de él esta memorable semblanza: “Helo aquí, Don Alberione, humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre recogido en sus pensamientos que van de la oración a la acción, siempre atento a escruta los ‘signos de los tiempos’, es decir, las más geniales formas de llegar a las almas...

lunes, 16 de agosto de 2010

San Ignacio de Loyola


El nació en el castillo de Loyola, probablemente en el año de 1491, fue el menor de once hermanos y se crió desde niño en la corte del rey Fernando. Su niñez la pasó en el valle de Loyola, entre las villas de Azpeitia y Azcoitia, en compañía de sus hermanos y hermanas. Su educación fue marcada por las directrices del duro mandoble y del fervor religioso.

Él decía que su destino estaba claro: ser hombre de armas o dedicarse a Dios. Ignacio decide ser hombre de armas y conquistan el reino de Navarra, luego deciden reconquistar y en el ataque es alcanzado por una bala de cañón que le rompería una pierna y parte de la otra y es mandado a su casa de Loyola.

En el tiempo de recuperación, lee “La vida de Cristo”, y “El Flos Sanctorum”. Bajo la influencia de esos libros, se replantea toda la vida y hace autocrítica de su vida como soldado y decide cambiar de conducta y salvar almas.

Un año después vivió en una cueva cercana a la población, pidiendo limosna y haciendo terribles penitencias y fue donde escribió el libro de “Ejercicios Espirituales”, en ese entonces experimentó diversos caminos de misticismo y de oración.

Él supo obedecer cuando la voz de Dios golpeó con fuerza su corazón y fue sensible a las inspiraciones del Espíritu Santo. Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulo que había de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. El apostolado que él desempeñó en la educación de la juventud fue algo brillante y de ahí surgen los Jesuitas.

Ignacio padeció desde su conversión muchas enfermedades especialmente en el estómago, muere el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años, en el transcurso de una enfermedad en su celda de la sede de los Jesuitas en Roma. Es venerado por la Iglesia Católica el 31 de Julio.

martes, 29 de junio de 2010

EL DESEO DE TRASCENDER


Cl. Miguel Ángel Moreno Hernández, ssp

El hombre es un ser que por naturaleza busca trascender, es decir, dejar huella, que después de su muerte sea recordado por alguna hazaña o por algún hecho relevante de su vida. En este deseo por trascender, se fija ideales, metas, hace proyectos y lucha a toda costa por ser alguien en la vida.

Cada que logra alcanzar una meta se forja otra más alta, porque se da cuenta que dentro de sí mismo existe un triunfador, existe la capacidad para lograr todo cuanto se proponga, aunque para ello tenga que sacrificar tiempo, sueño, dinero y sobre todo esforzarse mucho; pero sabe también que, una vez alcanzada la meta, o el éxito, valdrá la pena todo ese empeño.

De esta forma, nuestros queridos jóvenes del Instituto Ramón López Velarde concluyen hoy 26 de Junio de 2010 su etapa formativa de preparatoria, y se alistan para una meta más alta que les implicará mayor esfuerzo, pero todos están dispuestos a enfrentar con coraje, valor y determinación.

Han aprendido que la vida requiere hombres preparados en todos los aspectos, hombres completos, comprometidos consigo mismos y con la sociedad, hombres que no se doblen ante los problemas ni asusten ante las tormentas, sino que permanezcan serenos y busquen soluciones. En fin, hombres decididos a cambiar el mundo, conscientes, sin embargo, que esa gran tarea comienza por uno mismo.
El reto es grande pero han adquirido los valores fundamentales y han puesto los cimientos y sobre todo han hecho suya la frese de Mayorino: “progresar un poquito cada día”.

martes, 15 de junio de 2010



Es la primera etapa del camino bíblico-vocacional propuesto a los jóvenes sobre el tema: “Mi historia personal como historia de salvación”. Leer la propia historia personal como historia de salvación es bajar a las profundidades de mi corazón y encontrar el amor, ése verdadero, concreto y pleno: ese amor cargado de energía que nos hace mirar con ojos maravillados lo cotidiano, y también aquel cansancio que nos hace “caminar más lentamente”, pero que no deja lugar a la desesperación, porque cree que en la pertenencia profunda a Dios todo se reviste de una luz nueva. Para acompañarnos en este camino interior, invitaremos a algunos personajes bíblicos que, compartiendo su propia historia de salvación, hacen posibles también para nosotros un sí pleno y generoso a la voluntad de Dios.

1.- La reciprocidad:

En el segundo relato del Génesis el hombre no fue creado con unapalabra sino formado por las manos de Dios, como una vasija (cfr Jr 18,6) es un Dios que, cuando crea al hombre, se ensucia las manos y se compromete con él. Dios crea al hombre y luego afirma: “No está bien que el hombre esté solo: le voy a dar una compañía semejante a él”. El Edén, siendo un bello jardín, no es un oasis perfecto: la soledad es un mal profundo y esto lo sabe Dios, y desde luego que el hombre necesita a alguien que esté a su altura, que tenga la misma dignidad, por lo tanto Dios le da a Adán la mujer. El hombre se vuelve persona en esta relación Yo-Tú y puede realizar su vocación humana y primaria, aquella de ser imagen y semejanza de Dios, en el reconocimiento de la alteridad y la reciprocidad (creó al hombre y a la mujer).

2.- La fragilidad:

La vocación de cada uno de nosotros nace sobre todo del ser imagen y semejanza de Dios, y eso nos hace capaces y libres de vivir con Él una relación que se hace escucha, diálogo, silencio, oración. Todo eso, sin embargo, nos debe poner en guardia ante un riesgo de nuestra propia fragilidad: el riesgo de querer ser como dioses. Éste ha sido el pecado de Adán y Eva, este continua siendo todavía hoy nuestra tentación: querer sustituir a Dios pretendiendo que sea Él quien se adecúe a nosotros, porque en el fondo nos sentimos los “jefes de nuestra vida” y tal vez… también de los demás.

El hombre y la mujer descubren con el pecado la dimensión de sus propios límites y no la aceptan huyendo de la presencia del Señor. Rompen con Dios, traicionan, se asustan… pero Él no hiere, no juzga, no recrimina, les hace sólo un cuestionamiento que empuja a cada uno a buscar dentro de sí: “¿Dónde estás?. ¿Qué estás haciendo con la vida que te he dado? La primera palabra de Dios al hombre es Palabra de libertad y sólo porque hay esta libertad es posible la ley. La ley entonces para Dios no es simplemente prohibición sino la capacidad de comprender y elegir libremente. Y mientras Adán tiene miedo, se avergüenza de su ambición. Y si se esconde, Dios lo busca. Esto es el gran misterio y la paradoja de nuestra fe: Es Dios quien sigue al hombre: “Tú, como un león vienes a cazarme” (Job 10,16).

¿Cómo reacciono ante mis límites? ¿Cómo los enfrento? ¿A quién confío mi dolor?

3.- El grito de Dios:

Dios grita a la humanidad “¿Dónde estás?” Él Baja a nuestra pobreza, y nos pregunta: ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu corazón? ¿A quién pertenece? …Cuánta dificultad tenemos para escuchar este grito de amor de Dios… Cada vez que el Señor pone una interrogante de este género no es porque el hombre le haga conocer alguna cosa que Él todavía no sabe, sino porque quiere provocarnos para que le demos una respuesta. Y paradójicamente nuestra pobreza se vuelve una posibilidad de ser buscados por Dios, custodiados por Él y cuidados por un padre: “Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de piel y los vistió”. El vestido indica la dignidad de la persona, y el término “piel” es semejante a la palabra “luz”; una interpretación de los rabinos afirma que el hombre y la mujer salen del jardín revestidos de luz, de la gloria de Dios.

Dios toma cuidado del hombre y está listo para revestir al hijo con los mejores vestidos (cfr Lc 15,22).
La existencia de cada uno de nosotros está destinada a construir algo nuevo, algo original, por tanto es un proyecto de escucha (Escucha, Israel), comprensión (¿Señor, esta parábola la dice para nosotros…?), elección (Te seguiré adondequiera que vayas) y desarrollo pleno (Hágase tu voluntad y no la mía).

Para vivir todo esto es necesaria la conciencia de que Dios no tiene ninguna significación si no le damos la suprema importancia… No podemos dejar en suspenso nuestra respuesta vocacional al amor de Dios, en espera tal vez de algún evento, milagro, signo... El amor de Dios tiene raíces en el corazón de cada uno de nosotros, es ahí donde debemos buscar, invocar, y sobre todo dejarnos encontrar.

Si soy buscado y amado por Dios: ¿Qué suscita en mí esta realidad?

¿Cuál es el deseo más profundo que late en mi corazón en este momento?


Traducción: P. Carlos Lomelí Serrano,ssp
Se Vuoi, revista de orientación, año 50, n. 6/2009

martes, 25 de mayo de 2010

El testimonio suscita vocaciones


“El testimonio suscita vocaciones” es el título del mensaje del Papa para la XLVII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 25 de abril, IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor. Se muestran a continuación amplios extractos del documento:
“La fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción gratuita de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Se-ñor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo”.
“Ya en el Antiguo Testamento los profetas eran conscientes de estar llamados a dar testimonio con su vida de lo que anunciaban, dispuestos a afrontar incluso la incomprensión, el rechazo, la persecución (...) En la plenitud de los tiempos, será Jesús, el enviado del Padre el que con su misión dará testimonio del amor de Dios hacia todos los hombres, sin distinción, con especial atención a los últimos, a los pecadores, a los marginados, a los pobres. Él es el testigo por excelencia de Dios y de su deseo de que todos se salven”.
“También la vocación de Pedro, (...) pasa a través del testimonio de su hermano Andrés (...) Lo mismo sucede con Natanael, Bartolomé, gracias al testimonio de otro discípulo, Felipe. (...) La iniciativa libre y gratuita de Dios encuentra e interpela la responsabilidad humana de cuantos acogen su invitación para convertirse con su propio testimonio en instrumentos de la llamada divina. Esto acontece también hoy en la Iglesia: Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo de Dios”.
“Elemento fundamental y reconocible de toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es la amistad con Cristo (...) Si el sacerdote es el ‘hombre de Dios’ que pertenece a Dios y que ayuda a conocerlo y amarlo, no puede dejar de cultivar una profunda intimidad con Él, permanecer en su amor, dedicando tiempo a la escucha de su Palabra”.
“Otro aspecto de la consagración sacerdotal y de la vida religiosa es el don total de sí mismo a Dios. (...) La imagen de Jesús que en la Última Cena se levanta de la mesa, se quita el manto, toma una toalla, se la ciñe a la cintura y se inclina para lavar los pies a los apóstoles, expresa el sentido del servicio y del don manifestados en su entera existencia, en obediencia a la voluntad del Padre”.
“Siguiendo a Jesús, quien ha sido llamado a la vida de especial consagración debe esforzarse en dar testimonio del don total de sí mismo a Dios. De ahí brota la capacidad de darse luego a los que la Providencia le confíe en el ministerio pastoral, con entrega plena (...) para que se abran al encuentro con Cristo y su Palabra se convierta en luz en su sendero. La historia de cada vocación va unida casi siempre con el testimonio de un sacerdote que vive con alegría el don de sí mismo a los hermanos por el Reino de los cielos”.
“Por último, un tercer aspecto que no puede dejar de caracterizar al sacerdote y a la persona consagrada es el vivir la comunión. (...)
De manera especial, el sacerdote debe ser hombre de comunión, abierto a todos, capaz de caminar unido con toda la grey que la bondad del Señor le ha confiado, ayudando a superar divisiones, a reparar
fracturas, a suavizar contrastes e incomprensiones, a perdonar ofensas”.

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lunes, 17 de mayo de 2010

Oración de los Fieles



La oración de los fieles u oración universal se refiere a las peticiones que hace la asamblea en favor de toda la Iglesia y de toda la humanidad. De ahí que sea conveniente que pueda haber algunas peticiones espontáneas para pedir por algunas necesidades particulares de la Comunidad o de alguna familia o persona en particular.

En estas peticiones, aunque estén previamente escritas, es bueno añadir una oración por los difuntos, por las vocaciones y por los enfermos. Pero todas las peticiones deben ser sobrias, formuladas con sabia libertad, en pocas palabras, y han de reflejar la oración de toda la Comunidad (IGMR 71).

El orden, como lo tiene establecido el Misal Romano para la estructuración de cada oración universal, es el siguiente:
a) Por las necesidades de la Iglesia;
b) Por los que gobiernan las naciones y por las salvación del mundo;
c) Por los que padecen por cualquier dificultad;
d) Por la comunidad local. (IGMR. 70)

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La oración de los fieles puede variar de acuerdo al tiempo litúrgico o celebraciones sacramentales, sin embargo, la estructura permanece.

Lo importante en la oración de los fieles es la participación, es decir, la comunidad que se reúne en torno a la mesa del Señor ore, y se convierta en intercesora a favor de todos los hombres. La Oración de los Fieles, debe motivar a la asamblea a dar una respuesta a la palabra de Dios que se ha asimilado en esta primera parte de la celebración, así también es un momento importante en la que el pueblo de Dios ejerce su sacerdocio común recibido en el bautismo.

Con la oración de los fieles concluye la celebración de la Palabra e inicia la liturgia eucarística.

viernes, 7 de mayo de 2010

Novedades Mayo











1.- Xristos Salvador del Mundo


Después de que los magos partieron de Belén, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, diciendo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te diga; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: “Llamé de Egipto a mi Hijo” (Mt 2,13-15).


2.- EN LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO

En la Biblia, el Espíritu Santo es el Consolador, la fuerza de lo alto que vie-ne en auxilio de nuestras debilidades. Para nosotros, que somos frágiles, que nos vemos obligados a enfrentarnos a tantos combates y que nos desviamos muy fácilmente, su presencia no debe ser un lujo sino, más bien, un elemento esencial de nuestra vida cristiana. Sin ella, no podemos crecer ni responder al llamado que Dios nos hace.
El Espíritu Santo está presente en todos los bautizados y puede orientar y ayudar gracias a los movimientos que genera en las profundidades del alma humana. Aprender a reconocerlos y recibirlos, a estar más atentos a las inspiraciones con las que Dios se dirige a nuestro corazón para estimularlo, nos permitirá avanzar en la vida cristiana y hacerla más libre, más simple, más feliz.
La intención de este libro es señalarnos las condiciones prácticas que hacen posible esa docilidad a la acción del Espíritu.

3.- ORAR CON LA BIBLIA

El Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración” (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2567 b). Y es que todos sentimos en el corazón esa invitación a dialogar con Dios: él nos llama a este encuentro, toma la iniciativa y nos invita en forma intima, amorosa y personal. Es una gracia, es un don del Espíritu Santo penetrar en nuestro interior y vivimos cerca de Dios. Amados de Dios, dirigiéndonos de “tú” a “tú” a quien nos ama entrañablemente.

Desde la Biblia esta experiencia eleva el alma hacia Dios, aunque aparentemente la agitación, la insatisfacción, el dolor o las dificultades nos abrumen. En el ejercicio de escuchar la Palabra de Dios y guardarla en el corazón, como lo hacía María, surge espontáneamente la experiencia de la oración y del amor divino



4.- EL ALMA SACERDOTAL

¿Se puede hablar hoy de un “alma sacerdotal”? ¿De un estilo de vida propio del sacerdote? Podemos responder que sí, aunque no sea fácil, sino más bien exigente, que demanda rectitud y autenticidad, una fe profunda y una caridad sin límites. Y esto no siempre es la moda.
En el Año Sacerdotal, Benedicto XVI nos presentó a san juan María Vianney, el cura de Ars, como un signo para el sacerdote actual, con un estilo de vida entregada, plena de fe, de autenticidad y generosidad.
Siguiendo su ejemplo, los sacerdotes sabrán plasmar para su misión, una personalidad que reproduzca en sí misma las cualidades de Cristo. Buen Pastor; ésta será la mejor garantía de su fecundidad espiritual.

Recordemos que hoy, como ayer, los hombres no se conquistan sólo con palabras, sino con el ejemplo que impacta, con la experiencia que confirma la fe y con la esperanza que se encuentra en la plena confianza en el Señor.



5.- CUANDO SÓLO DIOS ES LA RESPUESTA

Nunca está por demás saber sobre la oración. Nunca sabremos lo suficiente, pero todo conocimiento es útil y nos hace avanzar en la intimidad con Dios.
En estas páginas, derramaré un poco de las verdades que he conocido y experimentado. Tendría aún tantas cosas para decir y otros testimonios para dar; sobre todo me vienen al corazón los testimonios de la oración de liberación que puede hacer por varias personas, y en los cuales contemplé el milagro de Dios. Fue sobre todo ahí donde más experimenté la eficacia de la oración.






6.- Abre la puerta a la Espiritualidad

Este libro quiere ayudarte a descubrir cómo se cultiva la vida espiritual: te sugiere pistas, ideas claras y herramientas útiles para vivir y experimentar a Dios en la vida. Al mismo tiempo, te previene de excesos o costumbres que estorban el cultivo del espíritu cristiano.

Encontraras en estas páginas un ejercicio de estudio y meditación de la Palabra de Dios, en las que descubrirás los medios básicos para preparar y disponer el corazón para el encuentro con nuestro Señor.


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martes, 4 de mayo de 2010

Cuando Jesús te llama


He notado que Jesús te habla de muchas formas.

A veces en el silencio de un retiro espiritual.

Otras veces, a través de la creación, con la belleza que te rodea.

En ocasiones es como un cosquilleo en el alma, una necesidad imperiosa de seguirle. Te llenas de un entusiasmo como nunca sentiste, una alegría que te inunda. Es Jesús que pasa y te ha tocado el corazón.

Tengo amigos que han visto de frente a Jesús, en un pobre que les dice: “Ten piedad de mí”. Y se llenan como de una ternura. Experimentan la presencia de Jesús, en medio.

Casi siempre, su presencia, su llamado, van acompañados de una ola de ternura. Porque él es todo ternura.

Jesús, siempre está cercano, pidiéndote que lo ayudes, que seas sus manos y pies, su boca, sus ojos, su ternura.

Hoy, por ejemplo, me encontraba en un evento de la Iglesia, en un gimnasio, donde tenía expuestos mis libros.

Duró todo el día.

Por la tarde hubo confesiones, exposición del Santísimo y terminó con la santa misa.

Concelebraban varios sacerdotes, que repartirían la comunión, para poder llegar a todos en aquél lugar.

En un momento de la Eucaristía, me encontraba distraído, de pronto sentí esta dulce voz que me decía:

“Claudio, aquí estoy”.

Y experimenté el abrazo más tierno que jamás haya sentido. Una ternura infinita que se desbordaba en mi alma.

Levante la mirada sorprendido y vi a un sacerdote que en ese momento caminaba frente a mí.

Iba rodeado de monaguillos. Llevaba, con gran solemnidad, un copón, repleto de hostias consagradas.

Quedé impactado.

Era Jesús, que pasaba y nos llamaba.

Sólo atiné a decirle:

¡Qué bueno eres, Jesús!

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lunes, 19 de abril de 2010

Cuando estás en una encrucijada


He estado en muchas encrucijadas a lo largo de mi vida. Es cuando no sabes qué camino seguir.

Tomar decisiones es lo más difícil a lo que te enfrentas cada día. Y en una encrucijada, cuando tienes tantos caminos por delante, la situación empeora.

Cada vez que me encuentro frente a una, visito a Jesús.

Lo miro y él me mira.

Le sonrío y él me sonríe.

Si le digo: “Ayúdame”, sé que responderá: “Ayúdame”.

Por eso sólo lo miro y antes de marcharme le pregunto: “Señor, ¿qué debo hacer?”

Su respuesta me ha llegado de las formas más inesperadas.

Mi experiencia es que él siempre responde. Sólo hay que estar atentos.

Recuerdo aquél sacerdote que dudaba de su vocación. Y antes de renunciar, decidió ir a un retiro espiritual. El último día se alejó del grupo y bajo la sombra de un gran árbol le preguntó a Jesús:

“Señor, ¿qué quieres de mí?”

Al instante lo envolvió una dulce brisa, suave, que nunca había sentido y escuchó una voz que respondía:

“Tú eres mío”.

De una forma u otra, Jesús siempre responderá. Lo sé bien.

En este momento me encuentro frente a una nueva encrucijada.

Y estoy aquí, en esta capilla, frente al Sagrario, en una de las últimas bancas. Desde esta antesala del cielo, te escribo y te cuento mis experiencias.

Curiosamente, cada vez que le pregunto qué debo hacer, una sola palabra me llega al corazón: “Escribe”.

Y es lo que hago. Escribo.

Confiando.

Sereno.

Tranquilo.

Seguro que su camino es el mejor. Y que Él nunca nos abandonará, ni a ti, ni a mí.

IX Capítulo general de la Sociedad de San Pablo Comunicado de prensa - Enviado de Roma, 15 de abril de 2010


Se abre en Ariccia (Roma), el domingo 25 de abril, el IX Capítulo general de la Sociedad de San Pablo (Paulinos), Congregación religiosa fundada por el beato Santiago Alberione, cuya misión es la evangelización en el areópago multiforme de las comunicaciones sociales, que van de los mass media a la multimedialidad, a la red y derivados. 65 paulinos, provenientes de 28 naciones de los cinco continentes, reflexionarán en la Casa Divino Maestro sobre el tema del Capítulo: “Reaviva el don que has recibido. La fidelidad creativa a cien años del carisma paulino”.

Fundada en 1914, la Sociedad de San Pablo se prepara a franquear el primer siglo de vida; y en esta óptica se vivirán los veinte días capitulares (25 de abril – 15 de mayo de 2010): por una parte con el ojo vigilante a las propias raíces con el fin de revisitar y permanecer bien firmes en las huellas del Fundador y de su carisma; por otra, para imprimir nueva vitalidad a la Congregación en consonancia con los “signos de los tiempos”, frente a los nuevos desafíos que hoy estimulan a la misión paulina: las nuevas modalidades de comunicar y la nueva cultura por ellas inducida; la necesidad de un renovado dinamismo sostenido por una mentalidad abierta y profesional; la inmensidad de las necesidades y la preparación apostólica adecuada; la disminución del personal religioso y la colaboración de los laicos. En fin, para “dar actualidad” a todos los elementos componentes del carisma paulino, que debe enraizarse en una intensa espiritualidad apostólica y reflejarse en la obra realizada por la Congregación.

“Nuestro apostolado –decía el P. Alberione– exige entrega, sagacidad y prudencia; requiere la ciencia común y la ciencia de los medios de comunicación. Pero el Señor nos pide sobre todo que sea un grupo de santos quien use estos medios”. Serán éstas palabras muy presentes en los Capitulares cuando reflexionen y debatan, verifiquen y propongan, y confíen a los nuevos elegidos –el Superior general y los seis Consejeros generales– las líneas programáticas para el próximo sexenio (2010-2016).

jueves, 15 de abril de 2010

XVI Encuentro de Formandos de la Familia Paulina




Ubicar el “sacerdocio común en una sociedad cambiante” nos remite a grandes interrogantes sobre el papel de la Iglesia Católica en el mundo actual. Y me refiero a “Iglesia” (ecclesia: asamblea, convocación) en su correcto sentido, trayendo así el movimiento de testimonialidad y fidelidad a Cristo de todo bautizado.

A muchos católicos el mundo nos viene demasiado grande, justamente cuando decidimos automatizarnos al sistema que nos enmaraña día a día. Solemos caer en el complejo de la avestruz: “metemos la cabeza en la arena, creyendo soslayar nuestro voluminoso compromiso”.

El sacerdocio común nos obliga a entender eso del “no tener miedo”, pues precisamente el miedo es lo que nos mantiene incómodamente cómodos y con una actitud ahistórica.

“Una vez bautizados nos equipamos lo suficiente para ser puentes de salvación y redención”: conclusión precisa del XVI Encuentro de Formandos de la Familia Paulina, llevado a cabo este 09, 10 y 11 de abril del presente año.

Las actividades, dirigidas en su mayoría por el P. Francisco Javier Conde, sj, se enfocaron sobre manera al análisis de las situaciones económica, política y social de nuestro país con analogía a nuestro dinamismo y compromiso misionero.

En la comunidad de Taxqueña de la Sociedad de San Pablo se vivió un ambiente de construcción. Cerca de setenta participantes, en su mayoría formandos, hicieron suyo el pensamiento de renovación en su deber como cristianos.

Si se habla de algo serio y sagrado hay que actuar con seriedad, sagradamente: el testigo del Reino da la vida, no la exige. La Familia Paulina se lanza a vivir con conciencia, dignidad y belleza su sacerdocio bautismal y ministerial.



Hno. Rafael Espino Guzmán, ssp

jueves, 8 de abril de 2010

Carta a un sacerdote desconocido




Sabes, siempre he visto en los sacerdotes a un segundo Jesús. Por eso, cuando me confieso suelo decirme: "Escucha, Jesús te va a hablar".

Sé con certeza que Jesús está en ellos y en ti. Por eso los sacerdotes significan tanto para mí. Por eso hay que amarlos y respetarlos.

Hace algún tiempo te vi oficiando la misa y supe que eras un sacerdote diferente. Lo noté por el particular cariño con que nombrabas a Jesús. Decías su nombre con tanta ternura: "Jesús".

Con cuánta delicadeza tomaste entre tus manos las especies para consagrarlas. Elevaste la Hostia y la mantuviste elevada un tiempo que nos pareció eterno. Un gran silencio inundó la Iglesia.

Nadie se atrevió a moverse siquiera. Era como si hubieses perdido la noción del tiempo. Jesús y tú… Estabas absorto... Reaccionaste al rato y la Eucaristía continuó.

Salimos conmovidos sabiendo que algo extraordinario había ocurrido, y que
después de esta experiencia, algo en nosotros había cambiado para siempre...

Volví a verte a los años y me pareció que tu ilusión no era la misma.

Supongo que no es fácil ser un sacerdote. Todos necesitamos de cuando en cuando una voz de aliento, alguien en quien confiar, a quien contarle nuestros problemas. Sabernos escuchados. Y tú, aunque no lo ves, debes tener la fe suficiente como para tener la certeza de que Jesús te acompaña y te cuida y te
escucha.

A veces parece tan callado Jesús. Un santo solía acercarse al sagrario, le daba unos toques con la mano y le preguntaba: ¿Estás allí?

Yo, por experiencia sé que sí... Él está allí, pendiente como un hermano.

Tu Homilía también fue diferente. No tenías la emoción que antes llenaba cada una de tus palabras. Por eso te escribo. Quisiera pedirte que nos llenes nuevamente con ese fuego, esa alegría que brota de ti… esa esperanza.

Estamos sedientos de Dios. Necesitamos que nos hables de Él. Que nos cuentes vivencias que podamos recordar y que nos ayuden en nuestro camino hacia Dios. A don Bosco le fueron muy efectivas estas historias que luego todos recordaban y comentaban por días.

Queremos que recuperes la ilusión, que te llenes de alegría y buen ánimo. Te necesitamos. Créeme, a pesar de toda tu humanidad, tienes algo de sagrado. Por eso las personas están siempre pendientes de los sacerdotes. Y tus palabras nunca caen al olvido. Tienes un buen corazón… Nos traes a Jesús todos los días y esto es algo que jamás podremos agradecerte lo suficiente... Nos escuchas cuando tenemos problemas, nos aconsejas, nos tiendes una mano amiga... Y nos ayudas a ser como Jesús quiso que fuéramos.

¡Gracias amigo, por ser sacerdote!

Dios te bendiga.

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miércoles, 7 de abril de 2010

BUSCANDO A JESÚS



Una vez que fui en la búsqueda de

Jesús.

Había leído que a los grandes santos de nuestra Iglesia, se les apareció en la forma de un pobre o un enfermo. Y le pedí esa gracia al Señor. “Yo también quiero verte”, le dije, “y reconocerte”.

A los días acompañé a un amigo a un hospital para enfermos de cáncer. Él les llevaría la comunión y un rato de consuelo.

Supe de inmediato que ese día vería a Jesús.

Cada vez que entrábamos a un cuarto me decía: “¿Eres tú Señor?” Y buscaba a los que menos enfermos parecían. Aquellos de buen semblante.

“Señor” le dije, “el día termina y no te encuentro. ¿Dónde estás?”

Entonces llegamos a un cuarto silencioso, al final del pasillo. No había ningún familiar. El televisor apagado. Sólo una cama al fondo y una persona en ella. Entramos y me paré frente a la cama. Y me pareció reconocerlo. “Eres tú”, casi exclamo.

Sentí un dolor interior, profundo, que me paralizaba.

Era el más enfermo de todos. El irreconocible.

Fue tal mi impresión que salí del cuarto a llorar.

Lo tuve frente a mí y no pude verlo a los ojos. No tuve el valor.

Su cuerpo estaba totalmente llagado. Era un Cristo sufriente.

Regresé a mi casa y lo único que surgió de mi alma fue escribirte, contarte mi experiencia.

Me preguntaba a menudo: ¿por qué?

Un sacerdote amigo, a los días me respondió: "Porque no amaste lo suficiente”.

“Es verdad”, reflexioné, “de haber amado, habría podido abrazarlo y curar sus heridas. Y estar con Él”.

Recordé a san Francisco, cuando corría por los bosques llorando: “El Amor no es amado. El Amor no es amado”.

Jesús, Hijo de Dios, enséñanos a amar y reconocerte en el que sufre, el necesitado.

Enséñanos a ser como tú.

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