martes, 14 de septiembre de 2010

¿Quiénes somos?



Asp. Maira Patricia Carmona Carmona, fsp


La Familia Paulina comenzó, en Alba (Italia), el 20 de Agosto de 1914. Fue el Beato Santiago Alberione, quien inspirado y guiado por el Espíritu Santo, fundó la Sociedad de San Pablo conformada por Sacerdotes y hermanos (Discípulos del Divino Maestro) junto con las Hijas de San Pablo (fundadas en 1915), tienen como misión en la Iglesia vivir y comunicar a Jesús Maestro, Camino, Verdad, y Vida, según el espíritu de san Pablo, haciendo uso de los medios y formas de comunicación social más actuales.

La Familia Paulina se enriqueció con la fundación de las Pías Discípulas del Divino Maestro en 1924. Tienen como misión la adoración eucarística, el servicio sacerdotal y el apostolado litúrgico.

Las Hermanas de Jesús Buen Pastor, fundadas en 1938, colaboran con el pastor de almas en las parroquias, realizando así el apostolado pastoral inspiradas en san Pedro y san Pablo, como los pilares de la Iglesia.
Las Hermanas del Instituto Reina de los Apóstoles nacen en 1956 con fin vocacional; con la oración y con iniciativas prácticas se ocupan de todas las vocaciones: diocesanas, religiosas, apostólicas y laicas.

Institutos de vida Secular
La Unión de los Cooperadores Paulinos 1917. Son una asociación reconocida en la Iglesia y éstos pueden asociarse a cualquier instituto de la Familia Paulina. Colaboran con la oración y alguna obra apostólica.

En 1958 fueron fundados los siguientes institutos: El Instituto Anunciación de María 1958. Formado por señoritas que desean consagrar su vida desde su entorno, viviendo los votos de castidad, pobreza y obediencia, y realizando el apostolado de anunciar el Evangelio sirviéndose de la comunicación.

El Instituto San Gabriel Arcángel. Formado por jóvenes varones, que quieren consagrar su vida a Dios viviendo los consejos evangélicos y realizando varios apostolados de acuerdo con el espíritu paulino.

El Instituto Jesús Sacerdote. Lo forman sacerdotes diocesanos que desde su ministerio sacerdotal se asocian a nuestro carisma y espiritualidad, viviéndolos en su ambiente.

El último Instituto fundado por el Beato Alberione fue el de Santa Familia. Lo forman matrimonios que, queriendo vivir una vida consagrada desde su vocación y en su entorno, colaboran en la misión de construir el Reino de Dios.

Unidos como familia tenemos la misión de “Ser San Pablo vivo hoy” para poder decir como el apóstol “ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).

El Beato Alberione

Cl. Juan Carlos Espinosa González, ssp


La historia del Padre Santiago Alberione comienza en San Lorenzo di Fossano (Italia), donde nace el 4 de abril de 1884; fue el quinto de siete hijos de Miguel y Teresa Alloco. A los 16 años lo encontramos en el Seminario de Alba.

En la adoración de la noche del 31 de diciembre de 1900 al 1 de enero de 1901, Alberione, ante el Santísimo expuesto, reflexiona sobre el rol de la Iglesia en el nuevo siglo. El 8 de septiembre de 1913 constituye una etapa importante para él: el obispo de Alba, Mons. Francisco Re, lo nombra director del semanario Gaceta de Alba.
Entre 1914 y 1960 funda un conjunto de instituciones que constituyen la Familia Paulina: cinco congregaciones (Sociedad de San Pablo, 1915; Pías Discípulas del Divino Maestro, 1924; Hermanas de Jesús Buen Pastor “Pastorcitas”, 1938; Instituto Reina de los Apóstoles “Apostolinas”, 1959), cuatro institutos seculares (Jesús Sacerdote, San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Santa Familia, 1960) y una asociación de laicos y laicas (Cooperadores Paulinos, 1917).

En 1960, el Padre Alberione traza la misión de la Familia Paulina: “Uno debe ser el espíritu el del corazón de san Pablo, ‘Cor Pauli, Cor Christi’; son iguales las devociones; los varios fines convergen en un fin común: dar a Jesucristo en manera completa, como Él se ha definido:
Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”. Encendido de celo por las almas, el Padre Alberione ve en los medios de comunicación el modo más rápido y eficaz de hacer conocer a Jesucristo, difundir el mensaje evangélico y llegar a todos los hombres, especialmente a los más lejanos. Nacen así las diferentes colecciones de libros y da vida a numerosas revistas, entre ellas a Vida Pastoral, para los párrocos (1912); El Domingo, para todos los feligreses (1921); El Periodiquillo, para los niños (1924), y Familia Cristiana, para las familias (1931).

En 1938 da comienzo al apostolado del cine. Pero su mayor empeño lo dedica a la difusión de la Biblia y del Evangelio en todo el mundo. Contemporáneamente envía a sus hijos e hijas a fundar nuevas comunidades en los cinco continentes: desde Argentina hasta México y desde la India hasta Canadá. Al momento de su muerte (1971), la Familia Paulina estaba presente en cincuenta naciones.
Una hora antes de morir, el 26 de noviembre de 1971, el Padre Alberione fue visitado por el Papa Pablo VI, quien dos años antes, al imponerle la alta condecoración “Pro Ecclesia et Pontífice”, había trazado de él esta memorable semblanza: “Helo aquí, Don Alberione, humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre recogido en sus pensamientos que van de la oración a la acción, siempre atento a escruta los ‘signos de los tiempos’, es decir, las más geniales formas de llegar a las almas...

lunes, 16 de agosto de 2010

San Ignacio de Loyola


El nació en el castillo de Loyola, probablemente en el año de 1491, fue el menor de once hermanos y se crió desde niño en la corte del rey Fernando. Su niñez la pasó en el valle de Loyola, entre las villas de Azpeitia y Azcoitia, en compañía de sus hermanos y hermanas. Su educación fue marcada por las directrices del duro mandoble y del fervor religioso.

Él decía que su destino estaba claro: ser hombre de armas o dedicarse a Dios. Ignacio decide ser hombre de armas y conquistan el reino de Navarra, luego deciden reconquistar y en el ataque es alcanzado por una bala de cañón que le rompería una pierna y parte de la otra y es mandado a su casa de Loyola.

En el tiempo de recuperación, lee “La vida de Cristo”, y “El Flos Sanctorum”. Bajo la influencia de esos libros, se replantea toda la vida y hace autocrítica de su vida como soldado y decide cambiar de conducta y salvar almas.

Un año después vivió en una cueva cercana a la población, pidiendo limosna y haciendo terribles penitencias y fue donde escribió el libro de “Ejercicios Espirituales”, en ese entonces experimentó diversos caminos de misticismo y de oración.

Él supo obedecer cuando la voz de Dios golpeó con fuerza su corazón y fue sensible a las inspiraciones del Espíritu Santo. Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulo que había de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. El apostolado que él desempeñó en la educación de la juventud fue algo brillante y de ahí surgen los Jesuitas.

Ignacio padeció desde su conversión muchas enfermedades especialmente en el estómago, muere el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años, en el transcurso de una enfermedad en su celda de la sede de los Jesuitas en Roma. Es venerado por la Iglesia Católica el 31 de Julio.

martes, 29 de junio de 2010

EL DESEO DE TRASCENDER


Cl. Miguel Ángel Moreno Hernández, ssp

El hombre es un ser que por naturaleza busca trascender, es decir, dejar huella, que después de su muerte sea recordado por alguna hazaña o por algún hecho relevante de su vida. En este deseo por trascender, se fija ideales, metas, hace proyectos y lucha a toda costa por ser alguien en la vida.

Cada que logra alcanzar una meta se forja otra más alta, porque se da cuenta que dentro de sí mismo existe un triunfador, existe la capacidad para lograr todo cuanto se proponga, aunque para ello tenga que sacrificar tiempo, sueño, dinero y sobre todo esforzarse mucho; pero sabe también que, una vez alcanzada la meta, o el éxito, valdrá la pena todo ese empeño.

De esta forma, nuestros queridos jóvenes del Instituto Ramón López Velarde concluyen hoy 26 de Junio de 2010 su etapa formativa de preparatoria, y se alistan para una meta más alta que les implicará mayor esfuerzo, pero todos están dispuestos a enfrentar con coraje, valor y determinación.

Han aprendido que la vida requiere hombres preparados en todos los aspectos, hombres completos, comprometidos consigo mismos y con la sociedad, hombres que no se doblen ante los problemas ni asusten ante las tormentas, sino que permanezcan serenos y busquen soluciones. En fin, hombres decididos a cambiar el mundo, conscientes, sin embargo, que esa gran tarea comienza por uno mismo.
El reto es grande pero han adquirido los valores fundamentales y han puesto los cimientos y sobre todo han hecho suya la frese de Mayorino: “progresar un poquito cada día”.

martes, 15 de junio de 2010



Es la primera etapa del camino bíblico-vocacional propuesto a los jóvenes sobre el tema: “Mi historia personal como historia de salvación”. Leer la propia historia personal como historia de salvación es bajar a las profundidades de mi corazón y encontrar el amor, ése verdadero, concreto y pleno: ese amor cargado de energía que nos hace mirar con ojos maravillados lo cotidiano, y también aquel cansancio que nos hace “caminar más lentamente”, pero que no deja lugar a la desesperación, porque cree que en la pertenencia profunda a Dios todo se reviste de una luz nueva. Para acompañarnos en este camino interior, invitaremos a algunos personajes bíblicos que, compartiendo su propia historia de salvación, hacen posibles también para nosotros un sí pleno y generoso a la voluntad de Dios.

1.- La reciprocidad:

En el segundo relato del Génesis el hombre no fue creado con unapalabra sino formado por las manos de Dios, como una vasija (cfr Jr 18,6) es un Dios que, cuando crea al hombre, se ensucia las manos y se compromete con él. Dios crea al hombre y luego afirma: “No está bien que el hombre esté solo: le voy a dar una compañía semejante a él”. El Edén, siendo un bello jardín, no es un oasis perfecto: la soledad es un mal profundo y esto lo sabe Dios, y desde luego que el hombre necesita a alguien que esté a su altura, que tenga la misma dignidad, por lo tanto Dios le da a Adán la mujer. El hombre se vuelve persona en esta relación Yo-Tú y puede realizar su vocación humana y primaria, aquella de ser imagen y semejanza de Dios, en el reconocimiento de la alteridad y la reciprocidad (creó al hombre y a la mujer).

2.- La fragilidad:

La vocación de cada uno de nosotros nace sobre todo del ser imagen y semejanza de Dios, y eso nos hace capaces y libres de vivir con Él una relación que se hace escucha, diálogo, silencio, oración. Todo eso, sin embargo, nos debe poner en guardia ante un riesgo de nuestra propia fragilidad: el riesgo de querer ser como dioses. Éste ha sido el pecado de Adán y Eva, este continua siendo todavía hoy nuestra tentación: querer sustituir a Dios pretendiendo que sea Él quien se adecúe a nosotros, porque en el fondo nos sentimos los “jefes de nuestra vida” y tal vez… también de los demás.

El hombre y la mujer descubren con el pecado la dimensión de sus propios límites y no la aceptan huyendo de la presencia del Señor. Rompen con Dios, traicionan, se asustan… pero Él no hiere, no juzga, no recrimina, les hace sólo un cuestionamiento que empuja a cada uno a buscar dentro de sí: “¿Dónde estás?. ¿Qué estás haciendo con la vida que te he dado? La primera palabra de Dios al hombre es Palabra de libertad y sólo porque hay esta libertad es posible la ley. La ley entonces para Dios no es simplemente prohibición sino la capacidad de comprender y elegir libremente. Y mientras Adán tiene miedo, se avergüenza de su ambición. Y si se esconde, Dios lo busca. Esto es el gran misterio y la paradoja de nuestra fe: Es Dios quien sigue al hombre: “Tú, como un león vienes a cazarme” (Job 10,16).

¿Cómo reacciono ante mis límites? ¿Cómo los enfrento? ¿A quién confío mi dolor?

3.- El grito de Dios:

Dios grita a la humanidad “¿Dónde estás?” Él Baja a nuestra pobreza, y nos pregunta: ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu corazón? ¿A quién pertenece? …Cuánta dificultad tenemos para escuchar este grito de amor de Dios… Cada vez que el Señor pone una interrogante de este género no es porque el hombre le haga conocer alguna cosa que Él todavía no sabe, sino porque quiere provocarnos para que le demos una respuesta. Y paradójicamente nuestra pobreza se vuelve una posibilidad de ser buscados por Dios, custodiados por Él y cuidados por un padre: “Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de piel y los vistió”. El vestido indica la dignidad de la persona, y el término “piel” es semejante a la palabra “luz”; una interpretación de los rabinos afirma que el hombre y la mujer salen del jardín revestidos de luz, de la gloria de Dios.

Dios toma cuidado del hombre y está listo para revestir al hijo con los mejores vestidos (cfr Lc 15,22).
La existencia de cada uno de nosotros está destinada a construir algo nuevo, algo original, por tanto es un proyecto de escucha (Escucha, Israel), comprensión (¿Señor, esta parábola la dice para nosotros…?), elección (Te seguiré adondequiera que vayas) y desarrollo pleno (Hágase tu voluntad y no la mía).

Para vivir todo esto es necesaria la conciencia de que Dios no tiene ninguna significación si no le damos la suprema importancia… No podemos dejar en suspenso nuestra respuesta vocacional al amor de Dios, en espera tal vez de algún evento, milagro, signo... El amor de Dios tiene raíces en el corazón de cada uno de nosotros, es ahí donde debemos buscar, invocar, y sobre todo dejarnos encontrar.

Si soy buscado y amado por Dios: ¿Qué suscita en mí esta realidad?

¿Cuál es el deseo más profundo que late en mi corazón en este momento?


Traducción: P. Carlos Lomelí Serrano,ssp
Se Vuoi, revista de orientación, año 50, n. 6/2009

martes, 25 de mayo de 2010

El testimonio suscita vocaciones


“El testimonio suscita vocaciones” es el título del mensaje del Papa para la XLVII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 25 de abril, IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor. Se muestran a continuación amplios extractos del documento:
“La fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción gratuita de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Se-ñor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo”.
“Ya en el Antiguo Testamento los profetas eran conscientes de estar llamados a dar testimonio con su vida de lo que anunciaban, dispuestos a afrontar incluso la incomprensión, el rechazo, la persecución (...) En la plenitud de los tiempos, será Jesús, el enviado del Padre el que con su misión dará testimonio del amor de Dios hacia todos los hombres, sin distinción, con especial atención a los últimos, a los pecadores, a los marginados, a los pobres. Él es el testigo por excelencia de Dios y de su deseo de que todos se salven”.
“También la vocación de Pedro, (...) pasa a través del testimonio de su hermano Andrés (...) Lo mismo sucede con Natanael, Bartolomé, gracias al testimonio de otro discípulo, Felipe. (...) La iniciativa libre y gratuita de Dios encuentra e interpela la responsabilidad humana de cuantos acogen su invitación para convertirse con su propio testimonio en instrumentos de la llamada divina. Esto acontece también hoy en la Iglesia: Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo de Dios”.
“Elemento fundamental y reconocible de toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es la amistad con Cristo (...) Si el sacerdote es el ‘hombre de Dios’ que pertenece a Dios y que ayuda a conocerlo y amarlo, no puede dejar de cultivar una profunda intimidad con Él, permanecer en su amor, dedicando tiempo a la escucha de su Palabra”.
“Otro aspecto de la consagración sacerdotal y de la vida religiosa es el don total de sí mismo a Dios. (...) La imagen de Jesús que en la Última Cena se levanta de la mesa, se quita el manto, toma una toalla, se la ciñe a la cintura y se inclina para lavar los pies a los apóstoles, expresa el sentido del servicio y del don manifestados en su entera existencia, en obediencia a la voluntad del Padre”.
“Siguiendo a Jesús, quien ha sido llamado a la vida de especial consagración debe esforzarse en dar testimonio del don total de sí mismo a Dios. De ahí brota la capacidad de darse luego a los que la Providencia le confíe en el ministerio pastoral, con entrega plena (...) para que se abran al encuentro con Cristo y su Palabra se convierta en luz en su sendero. La historia de cada vocación va unida casi siempre con el testimonio de un sacerdote que vive con alegría el don de sí mismo a los hermanos por el Reino de los cielos”.
“Por último, un tercer aspecto que no puede dejar de caracterizar al sacerdote y a la persona consagrada es el vivir la comunión. (...)
De manera especial, el sacerdote debe ser hombre de comunión, abierto a todos, capaz de caminar unido con toda la grey que la bondad del Señor le ha confiado, ayudando a superar divisiones, a reparar
fracturas, a suavizar contrastes e incomprensiones, a perdonar ofensas”.

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lunes, 17 de mayo de 2010

Oración de los Fieles



La oración de los fieles u oración universal se refiere a las peticiones que hace la asamblea en favor de toda la Iglesia y de toda la humanidad. De ahí que sea conveniente que pueda haber algunas peticiones espontáneas para pedir por algunas necesidades particulares de la Comunidad o de alguna familia o persona en particular.

En estas peticiones, aunque estén previamente escritas, es bueno añadir una oración por los difuntos, por las vocaciones y por los enfermos. Pero todas las peticiones deben ser sobrias, formuladas con sabia libertad, en pocas palabras, y han de reflejar la oración de toda la Comunidad (IGMR 71).

El orden, como lo tiene establecido el Misal Romano para la estructuración de cada oración universal, es el siguiente:
a) Por las necesidades de la Iglesia;
b) Por los que gobiernan las naciones y por las salvación del mundo;
c) Por los que padecen por cualquier dificultad;
d) Por la comunidad local. (IGMR. 70)

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La oración de los fieles puede variar de acuerdo al tiempo litúrgico o celebraciones sacramentales, sin embargo, la estructura permanece.

Lo importante en la oración de los fieles es la participación, es decir, la comunidad que se reúne en torno a la mesa del Señor ore, y se convierta en intercesora a favor de todos los hombres. La Oración de los Fieles, debe motivar a la asamblea a dar una respuesta a la palabra de Dios que se ha asimilado en esta primera parte de la celebración, así también es un momento importante en la que el pueblo de Dios ejerce su sacerdocio común recibido en el bautismo.

Con la oración de los fieles concluye la celebración de la Palabra e inicia la liturgia eucarística.