lunes, 16 de agosto de 2010

San Ignacio de Loyola


El nació en el castillo de Loyola, probablemente en el año de 1491, fue el menor de once hermanos y se crió desde niño en la corte del rey Fernando. Su niñez la pasó en el valle de Loyola, entre las villas de Azpeitia y Azcoitia, en compañía de sus hermanos y hermanas. Su educación fue marcada por las directrices del duro mandoble y del fervor religioso.

Él decía que su destino estaba claro: ser hombre de armas o dedicarse a Dios. Ignacio decide ser hombre de armas y conquistan el reino de Navarra, luego deciden reconquistar y en el ataque es alcanzado por una bala de cañón que le rompería una pierna y parte de la otra y es mandado a su casa de Loyola.

En el tiempo de recuperación, lee “La vida de Cristo”, y “El Flos Sanctorum”. Bajo la influencia de esos libros, se replantea toda la vida y hace autocrítica de su vida como soldado y decide cambiar de conducta y salvar almas.

Un año después vivió en una cueva cercana a la población, pidiendo limosna y haciendo terribles penitencias y fue donde escribió el libro de “Ejercicios Espirituales”, en ese entonces experimentó diversos caminos de misticismo y de oración.

Él supo obedecer cuando la voz de Dios golpeó con fuerza su corazón y fue sensible a las inspiraciones del Espíritu Santo. Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulo que había de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. El apostolado que él desempeñó en la educación de la juventud fue algo brillante y de ahí surgen los Jesuitas.

Ignacio padeció desde su conversión muchas enfermedades especialmente en el estómago, muere el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años, en el transcurso de una enfermedad en su celda de la sede de los Jesuitas en Roma. Es venerado por la Iglesia Católica el 31 de Julio.

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